En la sangre by Bry Aizoo

En la sangre by Bry Aizoo

autor:Bry Aizoo [Aizoo, Bry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Romance, LGBTQ+, Gay, Fantasy, Historical, Erotica
ISBN: 9788412454703
editor: Ediciones el Antro
publicado: 2021-10-27T22:00:00+00:00


Llovía. En el horizonte restallaban los truenos y los rayos iluminaban la oscuridad. La estatua contemplaba impasible el devenir de los acontecimientos.

«… donde no llegue nadie».

Estaba escondida, sí. En el corazón de la piedra había un cofre, un cofre encerrado bajo cientos de llaves. Allí yacía un durmiente. Un niño durmiente arropado en confianza y protegido en inocencia.

«Donde nadie la encuentre».

La tormenta arreció y la roca tembló. La piedra amenazó con resquebrajarse, con partirse en pedazos. Y una grieta atravesó el rostro de la estatua desfigurando su gesto altivo. El mármol sangró.

«La tormenta no te hará daño. El fuego no te hará daño. El acero no te hará daño».

Eso decían, pero se lo estaban haciendo. La roca sufría. Un nuevo golpe agrietó la estatua y un pedazo del cuerpo se deshizo en polvo. Estaba cerca. Estaba demasiado cerca. Si seguían rompiendo la piedra llegarían al cofre, llegarían al niño.

Pero la roca aguantó. La tormenta pasó y, cuando los primeros rayos de sol calentaron su fría superficie, recordó el último verso y deseó que fuera suficiente para aguantar otra tormenta.

Todo pasaría. Solo tenía que aguantar.

«Flores de sangre serán tu legado».

Entreabrió los ojos y los cerró de nuevo. Tenía calor y el humo le picaba en la nariz. Había una extraña neblina flotando a su alrededor. Olores raros nublaban sus sentidos. Oyó voces y no supo qué decían. Era Mael, hablaba con alguien. Era una mujer mayor que vestía de forma rara. No supo de qué iba la conversación, pero estaban discutiendo.

Quiso llamar a su amigo, pero las palabras se negaban a ser pronunciadas. Su lengua reseca se pegaba al paladar y no tenía fuerzas para separarla. Intentó moverse, hacer un gesto, lo que fuera para llamar su atención antes de caer de nuevo en las aguas de la inconsciencia que lo reclamaban, le pedían que se dejara arrastrar y lo persuadían con el canto de sirenas y la promesa de no sentir dolor.

Sus esfuerzos se vieron recompensados cuando el galo se percató de que estaba despierto. Mael se agachó a su lado y le quitó el cabello de la frente. ¿Cuándo le había crecido tanto?

—Hola, Endimión[23] —bromeó con una sonrisa—. Llevas días dormido. Nos has dado un buen susto.

—Todavía morir puede —replicó la extraña vieja, e inició una perorata en una lengua que no reconoció.

Mael puso los ojos en blanco.

—Ignórala —dijo—. Es una bruja del pueblo. Pulvio la ha llamado porque sabe de remedios y tú… tú necesitabas toda la ayuda que pudiéramos encontrar. Habla mucho, dice muchas tonterías, pero sabe algunas cosas útiles.

Akron intentó hablar de nuevo pero las palabras tampoco salieron en esta ocasión.

—Un momento —dijo Mael, salió de su campo de visión y para cuando volvió, tenía un vaso con agua en la mano. Lo ayudó a levantar la cabeza, lo justo para que el frío líquido resbalara al interior de su boca y se colara por su garganta. Tragar era una proeza—. Cuidado, no te fuerces. Llevas una semana paseando por la frontera del mundo de los muertos.



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